La expulsión más absurda de la historia de la NBA

En términos generales, ser árbitro de cualquier tipo de competición deportiva amateur o profesional, no debe ser una tarea ni mucho menos sencilla.

En particular, ser árbitro de una liga como la NBA, no debía ser especialmente una bicoca con personajes de la talla de Ron Artest, Dennis Rodman, Charles Barkley o Rasheed Wallace, sueltos y haciendo de las suyas, en las exigentes canchas de la competición estadounidense.

Es cierto que cualquier jugador puede tener un momento de enajenación en el que se le vaya de las manos una situación concreta, pero los anteriores personajes se convirtieron en sospechosos habituales en cualquier trifulca que se produjera en un partido que contara con su selecta presencia.

En este caso, el protagonista fue Rasheed Wallace, un jugador de una extraordinaria calidad de juego y de un gran valor deportivo para cualquiera de los equipos en los que jugó en la NBA, hasta que se le cruzaba el cable y su mente entraba en una extraña cruzada contra el que se le pusiera en frente, siendo habitualmente el objeto de sus enajenaciones, los árbitros.

Es conocido por su famosa frase «Ball don’t lie!!!» que gritaba cuando algún rival fallaba un tiro libre, cuando consideraba que la falta personal había sido injusta, lo que muestra que precisamente no era muy recatado en sus formas y que no se cortaba en expresar lo que le pasaba por la cabeza.

De hecho, esa falta de control mental en los partidos le llevó a acumular un record poco honroso de la NBA con 41 técnicas en una sola temporada y la nada despreciable cantidad de 29 expulsiones a lo largo de su carrera profesional, aunque de todas ellas una se llevó la palma.

Rasheed Wallace increpando a un árbitro
Rasheed Wallace increpando a un árbitro

El 20 de mayo del 2000, en el primer partido de las Finales de la Conferencia Oeste en el Staples, Rasheed Wallace protagonizó la expulsión más absurda de la historia de la NBA

Los Lakers y los Blazers llegaban a la Finales de Conferencia tras haber solventado sus respectivas eliminatorias previas con cierta solvencia, aunque curiosamente habían sufrido más los de Los Angeles que los de Portland, sobre todo en primera ronda, cuando tuvieron que ir los Kobe, Shaq y compañía al quinto partido de la eliminatoria frente a los Kings de Chris Webber y Jason Williams.

La serie parecía que iba a ser igualada, pero nadie esperaba que tanto ya que los Lakers y los Blazers necesitaron llegar hasta el séptimo partido para decidir quien representaría a la Conferencia Oeste en las Finales de la NBA.

Los mejores de aquellas Finales de cada equipo fueron, Rasheed Wallace por los Blazers, con 23.3 puntos, 7.3 rebotes y 1.7 asistencias por partido y, por los Lakers, Shaquille O’Neal con 25.9 puntos, 12.4 rebotes, 4.3 asistencias y 1.9 tapones por partido.

Wallace haciendo un mate durante las Finales
Wallace haciendo un mate durante las Finales

La cuestión es que esas cifras de Wallace muestran lo que hizo en esos siete partidos, pero no muestran el grave error que cometió aquel 20 de mayo en el Staples, cuando tomó como objeto de su ira al árbitro Ron Garretson, el mismo hombre que recibió el famoso empujón de Nick Van Exel.

Garretson le pitó a Wallace una primera falta técnica por quejarse e increparle desde el banquillo. El origen venía de una falta personal previa que le había pitado sobre Robert Horry.

Esa  primera técnica terminó de cortocircuitar la cabeza de Rasheed y, a partir de ese momento, empezó una guerra personal con Garretson.

Se dedicó a buscar y a retar con la mirada continuamente al árbitro hasta que, Ron Garretson, decidió pitarle una segunda técnica que se convirtió en la expulsión del partido con el famoso «Whack! Get Out!».

En ese momento, nadie sabía realmente porque Garretson había expulsado a Rasheed Wallace hasta que, un atónito Steve Smith, se acercó al árbitro y le pidió explicaciones argumentando que el ala pivot de los Blazers no le había dicho nada.

Garretson le dijo que había pedido en dos ocasiones a Wallace que dejara de intentar intimidarle con la mirada y que este había continuado con la misma actitud desafiante.

De esta forma, se acababa de producir la expulsión más absurda de la historia de la NBA, simplemente por mirar un jugador a un árbitro.

Ron Garretson
Ron Garretson

Es cierto que la actitud de matón de discoteca de Rasheed Wallace, no ayudó a que las aguas se calmaran durante el partido, pero esa expulsión pudo condicionar todo el desarrollo de aquella serie que tuvo un final tan ajustado de 4 a 3 para los Lakers y que terminaría con el primer anillo del dúo de Shaq y Kobe.

Sin lugar a duda, Rasheed Wallace fue una estrella de la NBA, pero con una cabeza bien amueblada, podría haber llegado a ser un jugador que pasara a la historia por mucho más que los simples recuerdos de sus acciones ajenas al baloncesto.

 

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