El extraño caso de Markelle Fultz y su BMX

Para llegar a ser número 1 del Draft de la NBA, el elegido debe demostrar capacidades que le lleven a poder ser un jugador único. Cientos de ojeadores y periodistas deportivos especializados, escudriñan año tras año el mundo del baloncesto internacional y de formación en Estados Unidos, con la finalidad de encontrar a la siguiente gran estrella del baloncesto, tal y como sucedió con Markelle Fultz, en el Draft de 2017.

Ciertamente, tener el cartel de ser el número 1 del Draft puede ser una fortuna tanto en lo deportivo como en lo económico si las cosas salen bien, pero también puede ser una pesada losa si las cosas no salen tan bien porque las expectativas son siempre muy altas.

Indudablemente, la presión existe para cualquiera de los primeros elegidos en el Draft, pero el número 1 tiene la responsabilidad todavía mayor, de ser el primus inter pares, es decir, el primero entre sus iguales.

El nombre del número 1 pasa automáticamente a una lista de jugadores formada por estrellas del nivel de Kareem Abdul Jabbar, Magic Johnson, Hakeem Olajuwon, Shaquille O’Neal o Lebron James, lo cual son palabras mayores y siempre surgen comparaciones.

Además, ese jugador elegido como número 1 del Draft es el hombre elegido para reconstruir el camino de una franquicia y de liderarla en el camino del ansiado Título de la NBA.

Como podréis comprender, el jugador o es tan bueno que ni la presión le puede afectar, o puede llegar a tener problemas si las cosas no marchan bien. De hecho, en los últimos años ha habido sonoras decepciones como la de Greg Oden y Anthony Bennet y la de otros jugadores, que a pesar de llegar a jugar a gran nivel, no son tan especiales como se creía, como DeAndre Ayton o Ben Simmons (entre otros).

De cualquier forma, entre todos los números 1 de las últimas décadas, ha existido un caso realmente extraño y especial que merece un análisis propio, el de Markelle Fultz.

El jugador nacido en Upper Marlboro en el Estado de Maryland, empezó a deslumbrar con su juego desde su etapa en el Instituto DeMatha Catholic, en el que llegó a jugar contra jugadores del nivel de Jayson Tatum, al cual le uniría una extraña paradoja en el futuro.

Tras ser considerado uno de las mejores promesas del país, e incluso representar al Team USA en el FIBA Américas Sub-18 de 2016, en el que fue nombrado MVP del Torneo, los Huskies de la Universidad de Washington le ofrecieron enrolarse en su proyecto deportivo en la NCAA.

Markelle Fultz con los Huskies de Washington

Ya en la competición universitaria, Markelle Fultz siguió demostrando su excepcional calidad, haciendo una temporada de freshman realmente impactante, ya que promedió 23.2 puntos, 5.7 rebotes y 5.9 asistencias por partido, unos datos espectaculares para ser un base primer año.

Además, ese año siguió disfrutando de su pasión por las bicicletas, especialmente las de BMX, y de su afición por presumir de conseguir tiros imposibles en las redes sociales.

Con este cartel, se presentaba en el Draft de 2017, un jugador calificado como potencial número 1 del Draft por la gran mayoría de analistas.

Fultz despertó tal interés que un equipo del nivel de los Philadephia 76ers decidieron apostar con él como pieza esencial del famoso «Trust the process», el famoso camino de vuelta al éxito de la histórica franquicia de Pennsylvania.

Fultz y Bryan Colangelo, General Manager de los 76ers

Los 76ers decidieron apostar por él para terminar de apuntalar al equipo en el que ya le esperaban jugadores como Ben Simmons y Joel Embiid.

El hecho fue que, grosso modo, los 76ers cambiaron su tercera elección del Draft a los Boston Celtics a cambio del número 1 del Draft y una futura primera ronda de 2019.

El resultado de la operación fue que Danny Ainge, el General Manager de los Celtics, le cedió el número 1 a Bryan Colangelo, su homólogo de los 76ers, sabiendo que realmente iba a poder elegir al jugador que quería, ya fuera en la primera o en la tercera posición  del Draft y, además, conseguiría algo más a cambio por parte de los de Philadelphia.

Ese jugador que dejaron escapar primero los 76ers y, los Lakers que elegían en segundo lugar y que seleccionaron finalmente a Lonzo Ball, era Jayson Tatum, aquel jugador frente al que brilló especialmente Fultz en su etapa en el Instituto Católico DeMatha.

Sería oportunista por mi parte decir ahora algo del resultado de aquella operación, pero hay que reconocer el merito de Danny Ainge que, a pesar de haber elegido el año anterior a Jaylen Brown, apostó ciegamente por Tatum.

En aquel momento, parecía ir todo normal y las expectativas deportivas en Philadelphia se volvieron a disparar.

El equipo estaba formado por jugadores de gran talento, la crème de la crème de los últimos Drafts, Joel Embiid el número 3 del draft de 2014, Jahlil Okafor también el 3 del draft en 2015, Ben Simmons el número 1 en 2016 y ahora Markelle Fultz, el número 1 del draft de 2017.

Ben Simmons, Embiid y Fultz el joven Big Three de los 76ers

El futuro parecía brillante para los 76ers, tras la recuperación de Embiid y la llegada de Fultz, pero nuevamente el destino les volvió a dar un duro revés.

Desde el principio de la temporada 2017-2018, algo en el juego de Markelle Fultz no funcionaba bien, aunque llegó a disputar los cuatro primeros partidos del año, pero su tiro era errático y disfuncional.

Tras un partido con los Pistons donde apenas jugó 16 minutos, se retiró de la cancha y pasó a la lista de lesionados del equipo con un carácter indefinido.

La pregunta generalizada era, ¿qué le estaba pasando al número 1 del Draft?, ¿qué le pasaba al jugador que completaba el famoso Process interminable de los 76ers?

Inicialmente se le diagnosticó un desequilibrio muscular escapular, una lesión en el omoplato, un hueso que se une en su extremo con la parte superior del húmero y con el extremo exterior de la clavícula y que conforman entre los tres el hombro.

Esa lesión, en teoría, era lo que no le permitía hacer el movimiento natural de lanzamiento que tenía anteriormente y que le había llevado a tener que buscar otra forma de lanzar, lo cual era algo particularmente raro en un  jugador tan joven.

Empezaron a correr por internet videos de lanzamiento de Fultz realmente extraños y con el transcurso del tiempo y la falta de información y de solución de la lesión, se comenzó a especular si el problema era algo físico o psicológico por la presión que había tenido al llegar a la NBA como número 1 del draft y en un escenario, con tanta necesidad de urgencia de resultados deportivos, como Philadelphia.

Markelle Fultz en sus primeros partidos con los 76ers

Finalmente y tras varios meses de múltiples pruebas y contrastes con especialistas, se le diagnosticó Síndrome del Opérculo Torácico (SOT),  una patología normalmente nerviosa y que puede afectar al tórax, al cuello, los hombros y la cabeza.

Se suele producir por comprensión neural, arterial o venosa y que puede tener efectos de debilidad muscular, alteración sensorial e hipoactividad, lo cual parecía el caso de Fultz.

En teoría, el origen puede derivar de un exceso de trabajo sobre la zona, de un fuerte impacto en el hombro o de la combinación de ambos factores.

Precisamente estos posibles orígenes, llevaron a la teoría de que durante el verano previo a su llegada a la NBA, la afición a las bicicletas y al BMX en particular, le llevó a tener algún golpe o impacto en el hombro no informado al equipo médico y que se agravó con el duro trabajo previo al inicio de la temporada. También se habló de un posible accidente en una moto de motocross.

Para entender un poco más el origen del problema, BMX es la abreviatura de Bicycle Motocross y es un deporte extremo en el que priman las acrobacias y los saltos.

Aquello confirmó que el problema del joven escolta no era algo inicialmente psicológico, aunque sin lugar a duda le pudo afectar también en ese plano, tanto por la imposibilidad de hacer el movimiento de tiro que tenía mecanizado, como por su incapacidad de alcanzar el nivel de juego que podía llegar a desplegar en las canchas de la NBA.

Tras diversos tratamientos, Markelle Fultz regresó al juego, pero ya nada volvió a ser como antes. Su mecánica de tiro y su efectividad, habían desaparecido.

Fultz lanzando un tiro con los Philadelphia 76ers

Los Philadelphia 76ers, inmersos en su continua lucha por construir un equipo ganador perdieron su confianza en él y lo terminaron traspasando a los Orlando Magic el  7 de febrero de 2019.

Tras jugar una temporada completa a buen nivel en la campaña 2019-2020, todo parecía apuntar que el destino de Fultz había cambiado, pero nuevamente la fortuna le jugó una mala pasada y el 6 de enero de 2021, en un partido contra los Cavaliers, se volvió a lesionar de gravedad.

Se desgarró el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en una lesión que le mantuvo en el dique seco más de un año, hasta que el 28 de febrero de 2022 volvió a vestirse la camiseta de los Orlando Magic.

Curiosamente y dentro de lo que cabe, la suerte a Fultz no le fue tan esquiva como podía parecer ya que, el 21 de diciembre de 2020, apenas dos semanas antes de la lesión de gravedad de la rodilla, los Orlando Magic le ofrecieron una extensión de su contrato por tres años y 50 millones de dólares.

Markelle Fultz con la camiseta de los Magic

La historia de Markelle Fultz es, por el momento, el relato de otro número 1 fallido, de otra apuesta por el éxito de un jugador que acabó teniendo una lesión que nadie podría haber imaginado el día que los 76ers se decidieron por él, para formar la piedra angular de su futuro, junto con Ben Simmons y Joel Embiid.

La historia de otro Big Three que no llegó a ser Big y casi ni Three, porque apenas llegaron a jugar juntos, probablemente por una acrobacia en una BMX… aunque nunca lo sabremos… curiosidades del destino.

 

Si quieres leer más curiosidades como esta te recomendamos la serie «Curiosidades e historias de las 1000 y una noches de la NBA»

 

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